
Después de haber sido privado de contacto humano durante tanto tiempo, Andrei no podía hablar y su comportamiente se parecía mucho al de un perro, como caminar a cuatro patas, intentar morder a las personas, oler la comida antes de comerla y un comportamiento en general más propio de un perro que el de un humano.
La única forma de comunicarse con él era mediante el uso de signos básicos. Dos semanas después de ser descubierto comenzó a caminar sobre sus dos piernas y desde entonces ha aprendido a comer con una cuchara, hace su propia cama y juega con una pelota.
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